domingo, 26 de junio de 2011

Quebrantahuesos 2011

Supongo que la QH no sería completa sin ordenar mis recuerdos en forma de crónica.


Como siempre la historia empezó antes del gran día consultando partes meteorológicos y preparando lo que hay que llevar, con miedo de que se olvide algo pero con la prudencia de que, esta vez había que acercarse con la bici hasta donde quedásemos con David, al final en la Avenida de la Ilustración. El equilibrio entre quedarse tranquilo por que no se quede nada y poder acarrearlo no es fácil pero visto el resultado parece que lo conseguí.


Los partes meteorológicos no eran excesivamente malos, anunciaban algo de lluvia y frío en Francia y nubes en España pero nada serio, sin embargo, después de lo que contaron de la edición 2010 y lo que se respiraba en los foros iba acojonado, en la mochila iban guantes largos, perneras, tres chubasqueros distintos...


Respecto a los nervios de antes de enfrentarme al objetivo del año iba bien, creo que participar en “Los 10.000 del Soplao” fue un acierto. Haber terminado una marcha de dureza similar a la QH me daba una seguridad que me permitió dormir bien los días previos y dudar más del tiempo que de mis piernas. El trabajo estaba hecho, los Kg. perdidos y los Km. de entrenamiento y los puertos acumulados..


Con estos antecedentes nos juntamos David, Guilla y yo en los Arcos de la Vaguada a eso de las 16.00 para montar todo en la furgoneta de David y poner rumbo a Orós Bajo, donde Agustín había reservado alojamiento para 6 de los 8 pakeftes que fuimos finalmente y para Eduardo, un amigo de José Antonio que resultó ser un tío encantador y una máquina dando pedales.


El viaje comenzó con un atascazo en la A-2 de mucho cuidado, debió haber un accidente que implicó a 6 u 8 coches y estuvimos prácticamente parados más de una hora, menos mal que entre que estábamos ilusionados con la marcha, de la que David, que la ha hecho varias veces nos contaba cosas y que ninguno de los tres tenemos problemas para hablar se nos pasó rápido.


Una vez superado el atasco llamamos a Javier, que se había encargado de recoger las llaves y era nuestro hombre destacado en Sabiñánigo para avisar que llegábamos tarde y pedir indicaciones sobre la casa, aquí vino el lío, Javier se confundió y pensó que estaba hablando con el morcillo-móvil que sí había reservado cena y se puso a insistir en que fuésemos a cenar que nos esperaban, nosotros pensamos que qué tío más majo y que si para él era importante que cenásemos juntos aguantábamos sin cenar y tirábamos sin paradas hasta allí.

Cuando llegamos nos enteramos del error y de que Javier lo había resuelto cocinando pasta para nosotros, eran ya las 11 y pico de la noche así que hicimos poco más que darnos las buenas noches, ponernos nerviosos con la posible lluvia, cenar, preparar la ropa del día siguiente y meternos en la cama para amanecer a las 5:30 Eso sí, Javier nos dijo que iba a por el oro y que Eduardo y Jesús se iban con él a ver qué tal (aquí su crónica). Pusimos los dorsales al maillot y a la bici y nos fuimos a descansar que buena falta nos hacía.


A eso de las 5.30 empezamos a oír ruido en la cocina y Guilla y Yo nos despertamos, bajamos y desayunamos mientras decidíamos qué ropa íbamos a llevar, al final decidimos guantes de seda finos debajo de los cortos, manguitos, cortavientos fino y culotte corto sin perneras, al final fue un acierto y el consejo de quienes tenían más experiencia nos vino muy bien. Llenamos los bidones y los bolsillos del maillot con barritas, vomitonas y demás En poco rato nos reunimos con Juan y con Diego y despedimos, deseándoles suerte a Javier, Jesús y Eduardo.

Jaime y Luis habían quedado algo más tarde porque iban a hacer la Treparriscos.


A partir de aquí todo empezó a ser impresionante, la cantidad de gente que iba apareciendo por la carretera que, en 9km, nos llevaba a la salida, los que iban hacia allí en coches, las bromas, los nervios... Pero cuando llegamos a la salida y vimos la cantidad de gente preparada para salir se nos quedó la boca abierta, mirases donde mirases había ciclistas vestidos con todos los colores o acompañantes animando, un ambientazo ciclista que es difícil de describir.



Así entre bromas, consejos, estiramientos... pasó el tiempo suficiente para oír el chupinazo. Los cuatro pakeftes que íbamos a salir juntos tardamos unos cuantos minutos en arrancar, es tal la cantidad de gente que había que el pelotón al principio ni se movía, pero de pronto la cosa se empezó a agitar y empezamos a pedalear, tranquilos y con cuidado al principio.

Pasamos la alfombrilla y oímos el pitido del chip al pasar y poco a poco vamos rodando cada vez más deprisa mientras salimos de Sabiñánigo. Pronto empiezan a pasarnos grupos de ciclistas que van más rápido que nuestro grupo o incluso mucho más rápido, lo cierto es que a muchos de ellos les pasamos luego en el Somport, pero para eso queda un rato. Vamos buscando el grupo que nos vaya bien, que no sea lento ni demasiado rápido para no fundirnos, rodamos casi en silencio pero de vez en cuando Guilla, Diego o yo no podemos reprimir el ganso que llevamos dentro y decimos alguna tontería, hacemos gestos al público, numerosísimo en estos primeros kilómetros, para que anime y vaya que si animan pasamos y vemos un ciclista caído en el arcén, qué mala suerte, todo el año preparando esto y caerse en los primeros Km., eso nos recuerda que debemos ir muy atentos aunque la cosa ya se ha estirado algo y no rodamos tan apelotonados.



En un momento Diego, Guilla y yo saltamos a un grupo más rápido pero vemos que no es el nuestro y que Juan no se ha venido así que aflojamos para que nos alcance. Dice que no quiere parar en el avituallamiento del Somport y nosotros tres si llevamos intención de hacerlo, ya se verá. De pronto adelantamos a una pareja que va a hacer la marcha con unos carros enganchados a las bicis en los que llevan a dos niños, les animamos. Pasamos bajo un puente del tren que está lleno de gente viéndonos pasar, saludamos y nos saludan, otra vez los pelos de punta. Pasamos Jaca, Canfranc, Canfranc Estación... en todas partes hay gente animando. De pronto otro ciclista me dice “¡Eh, tú eres el de ciclismo a fondo!” Mis tres compañeros se parten de risa y yo me pongo a hablar con él, le digo que es el primero que me reconoce y no se lo cree, nos deseamos suerte. En un momento dado yo me empiezo a mear seriamente y se lo digo a Diego y a Guilla, creo que Juan ya no va con nosotros pero no estoy seguro, decidimos parar nos pasa un montón de gente, pero la cosa no se acaba nunca, arrancamos de nuevo y volvemos a pasar a la pareja de los carros, la cosa se va empinando y alcanzamos a Juan que iba por delante. Un voluntario nos grita “Somport mojado y agua en Marie Blanque”, yo me acojono un poco y me pregunto si me daré la vuelta si lo veo mal, decido que sí. Diego y Guilla que suben mejor se van un poco y Juan y yo hacemos la subida juntos, disfrutando del ambiente y del paisaje, vemos bastante gente que se da la vuelta aunque no tiene nada que ver con lo que nos habían contado del año anterior, había leído que del primer puerto ni te das cuenta y es cierto cuando quiero pensarlo estamos llegando al avituallamiento. Juan me dice que va a mear un poco antes y que no va a parar así que sigo y me reúno con Diego y Guilla, comemos un poco, bebemos, nos ponemos los cortavientos y empezamos la bajada con mucho cuidado, efectivamente está mojado, yo bajo con mucho cuidado y mis compañeros se me van pero les alcanzo en el llano gracias a que me esperan, hemos decidido ir juntos y parece que lo vamos a mantener, Guilla está de un formal que no le reconocemos.



Nos acordamos de comer y beber en este tramo, yo me tomo un gel pensando en la parte a la que más miedo tengo, la Marie Blanque con sus temibles últimos cuatro kilómetros. Así rodando deprisa pero sin cebarnos, admirando el paisaje francés que es espectacular vamos hablando y echando cuentas sobre cuánto falta para empezar la siguiente subida.



En cuanto llegamos al pie del puerto vemos los carteles en los que va poniendo cuántos Km quedan para coronar y qué porcentaje tiene el siguiente, hay a quien le agobian pero a mí me ha venido muy bien irlo viendo. Paramos lo justo para que Diego y yo, que apreciamos más que Guilla nuestra integridad, nos quitemos los chubasqueros porque no nos atrevemos a hacerlo en marcha. Yo he bebido tanto en este tramo que les digo que voy a tener que rellenar en el primer avituallamiento que es líquido, está antes de afrontar los kilómetros duros. Allí es impresionante, los voluntarios te cogen los bidones y te los rellenan, no tienes ni que bajar de la bici, relleno los dos para darme cuenta luego de que no hacía falta tanto, no se si noté el peso o no, pero con uno hubiese bastado. Volvemos a arrancar los tres y como suele pasar, cuando la cosa se empina Diego y Guilla van mejor que yo, no importa, seguro que esperan arriba. Voy regulando y aprovechando que llevo desarrollo de sobra, meto el plato pequeño y alterno el 24 y el 28 según me voy viendo, me acuerdo de Xeno y voy poniéndome de pie para descansar la espalda y relajar algún músculo, los kilómetros van pasando pero muy despacio, hay gente andando, bastante, me impresiona, gente que sube atrancadísima y voy poco a poco, adelanto a más gente de la que me adelanta y el silencio es impresionante, se oyen jadeos, rumor de cadenas y algún click cuando alguien cambia.

Me encuentro bien, me parece que voy a subir sin desmontar y sin parar, algo de lo que no estaba seguro. De pronto empiezo a oír un megáfono, esto tiene pinta de acabarse, efectivamente, hay un speaker animando y veo un tío disfrazado de diablo, me animo, bajo una corona y pedaleo más alegre, adelantando gente, en el último momento veo una cámara de vídeo y pienso que he debido salir pletórico. Ahí delante me esperan mis compañeros, Guilla me dice que me haga la foto en el cartel, que me ponga el cortavientos y que sigamos, así lo hacemos, caigo en la cuenta de lo que acabamos de hacer y de que no ha llovido en la subida, la satisfacción es inmensa y la bajada es preciosa, nos lanzamos y yo disfruto del paisaje, de la sensación de velocidad, de la satisfacción de un reto parcialmente superado... A los tres nos debe pasar algo parecido porque cuando volvemos a llanear empezamos a cantar, canciones de Siniestro Total principalmente, el resto nos mira como si estuviésemos locos y puede ser que lo estemos.

Así pedalada a pedalada y broma a broma llegamos al cartel de Portalet, comienzo de puerto, 29km. La subida empieza suave y estamos exultantes así que marcamos un ritmo bastante alegre, los tres en paralelo y, cuando nos queremos dar cuenta resulta que estamos tirando de un grupo numeroso a unos 25km/h. En poco tiempo regresa la prudencia, caemos en la cuenta de que este puerto es muy largo y de que hay que guardar las alegrías para la cena de la noche y aflojamos algo aunque seguimos subiendo alegres, disfrutando del paisaje. Una chica que ya ha hecho varias veces la marcha nos dice que hay un km, el 14, con bastante pendiente justo antes de llegar a la presa pero que en general el puerto es suave. Cuando llegamos allí no entendemos nada, el cartel nos avisa de que nos espera una pendiente del 1% en ese kilómetro pero nuestras piernas opinan otra cosa totalmente distinta. En la cena Eduardo nos aclara que es un 11 y que el primer 1 está casi borrado. Una vez superado ese km comienza una parte llana, incluso favorable que, en un pispás nos lleva al avituallamiento. Aquí nos paramos un poco más que en los anteriores, cogemos geles y comemos un poco de todo. A las voluntarias que llenan los bidones les llama la atención mi retrovisor y un voluntario que hay por allí me pregunta que qué es esa pegatina de 22,5 que llevo. Le contesto muy serio que es una cuestión de ingeniería, que es la velocidad a la que mejor comportamiento tiene la estructura interna de mi cuadro y se lo cree, Guilla se descojona y en un ratillo salimos otra vez. Al poco de arrancar y antes de llegar a los túneles sobre los que cae el agua del deshielo oigo por detrás ¡Carrascón! Me giro y espero al que me ha llamado porque no sé si le conozco, me dice que no, que es que soy famoso y que qué barbaridad lo que he perdido. Más risas.

Así contentos y pensando que cada vez estamos más cerca de conseguirlo seguimos subiendo, en los últimos km la cosa se empina un poco más y mis compañeros se me van un poco aunque no les pierdo de vista, en una curva oigo que Guilla me grita desde arriba ¡Pakefte! Y poco a poco empiezo a oír gritos, una curva a la izquierda y me encuentro lo que me habían contado, eso sí no es lo mismo contado que vivido, Hay un pasillo de gente en la carretera animando todos gritan, ofrecen agua, aplauden, se me hace un nudo en la garganta y se me humedecen los ojos, ya no siento que esté subiendo, es verdad eso de que los ánimos hacen que ni te enteres de estos dos kilómetros, en un momento oigo un grito a mi espalda, dos chicas gritan ¡Vamos Pakefte!, los ojos ya no están húmedos, chorrean y de pronto Veo a David que me da la mano y corre unos metros a mi lado. Es indescriptible lo que siento en ese instante. Llego arriba y Diego me dice que sólo me han sacado un minuto, nos hacemos una foto los tres, nos ponemos los cortavientos y David nos dice que nos queda una hora y media.



Empieza una bajada vertiginosa en la que rozamos los 80km/h en algún momento, hay que ir muy atentos porque ahora hay tráfico y pasamos el avituallamiento de Formigal sin parar, estamos contentos y motivados y bajamos rápido y bien hasta que llegamos al pie de la Hoz de Jaca, la última subida del día, la propina con 2km pero por encima del 10%, guardamos los cortavientos y a subir, cada uno a su ritmo y disfrutando, aquí también hay bastante gente animando y ofreciendo agua e incluso Coca-Cola, Antes de lo que pienso nos reunimos en el pueblo de la Hoz donde hay una auténtica fiesta, avituallamiento líquido y música a todo trapo. Siento que la cosa está hecha que muy mal se tiene que dar para que no lleguemos y para no bajar de las 10h que era mi objetivo no reconocido. Comienza un tramo que podría parecer aburrido pero que, con el viento en contra, los grupos que se forman y los relevos, nos vamos tragando a más de 30km/h. De todas formas parece mentira que, cundo llegamos al trozo que ya habíamos hecho camino de la salida por la mañana nos parece muchísimo más largo que entonces.

A algo más de un km de meta alguien salta del grupo y Guilla, que se ha portado bien todo el día, no puede resistirlo y salta detrás. Está más fuerte que el vinagre y a pesar de que la rodilla le viene doliendo desde la MB aguanta el ritmo y no se le despega. De todas formas, a unos 100m de la meta afloja para que le alcancemos y entramos los tres, juntos y abrazados, disfrutando el momento. Todo el entrenamiento del año ha merecido la pena aunque sea sólo por este momento.


Lo conseguimos, en 9h y 34min de puro gozo ciclista, me acuerdo de todos los que me han ayudado para llegar hasta aquí y de algunos que al final no han podido venir y que me hubiese gustado que lo hubiesen hecho, otra vez será, ahora hay que comentar la jugada, comer bazofia que nos sabrá a gloria y empezar a pensar en el año que viene.


En la comida nos reunimos con Jaime que ha terminado la Treparriscos y le ha sabido a poco, con Javi que ha hecho oro y con Jesús, Eduardo y Juan que han hecho tiempazo y han conseguido plata. A nosotros el bronce nos sabe a oro.


Las fotos son de Guilla y se pueden ver aquí