lunes, 2 de julio de 2012

Crónica de mi primera Quebrantahuesos


Al final después de muchos cambios me fui en el coche con Javi guguel. Buena conversación y llegamos a tiempo de coger el dorsal y las llaves de la casa de Orós. Cena a base de pasta con el resto, Pablo, Guilla, Jorgito, Jose y Juanjo, y a dormir que al día siguiente hay que levantarse a las 5 y media.
El sábado me levanto y Javi va ya por su tercer desayuno y se va pronto, que va a hacer medalla de oro. Nosotros salimos con calma y nos colocamos entre un mar de ciclistas. La espera no se hace muy larga, suena el chupinazo y todavía tenemos que esperar unos veinte minutos más para empezar a movernos. Nada más pasar el arco me quedo poniendo a cero el gps y me quedo un poco atrás. Me junto con Guilla y pronto se nos une Miguel, mientras tanto nos va pasando gente y grupos pero no nos enganchamos a ninguno, vamos a nuestra bola, incluso nos permitimos el lujo de parar a mear antes de Jaca (llevaríamos 20 km o menos). Este tramo hasta empezar la subida a Somport, lo hicimos a un ritmo bastante lento y sin meternos en ningún grupo (en contra de lo que dice todo el mundo que hay que hacer, pero el pakefte es asín).
Empieza la subida a Somport, primera del día, y yo no tenía nada claro que pudiera acabar los 200 km, menos mal que Miguel subió conmigo dandome animos y contandome como era el recorrido, esto hizo que se me hiciera más corta la subida. Cuando llegamos arriba decidimos no parar en el avituallamiento de Somport (a pesar de ver al resto allí parados) porque yo pensaba que luego me cogerían en la bajada y el llano que teníamos antes de la Marie Blanche.
Empezamos la bajada, al principio por una carretera pequeña de montaña con curvas, y luego por una carretera amplia y rápida. Miguel se queda un rato esperando al resto en el cruce donde empieza la carretera buena, pero no llegan y me coge al final de la bajada. Hacemos los km de llano que nos faltan hasta Scot (inicio de la subida a la Marie Blanche) solos hasta que nos unimos a un grupo para los últimos dos km. En Scot paramos a esperar a los demás que tardan bastante en llegar, se habían parado 2 curvas antes a hacer fotos, e iniciamos juntos la subida. Los primeros kilómetros voy subiendo bien, con buenas sensaciones aunque despacio y me voy quedando atrás. Llega la hora de la verdad, los 4 últimos kilómetros de la subida, pendientes medias del 13% como se encargan de recordarnos los carteles que hay en cada kilometro. Sigo subiendo bien, alternando tramos sentado con tramos de pie y controlando las pulsaciones que en ningún momento suben de 170, así que me empiezo a convencer de que voy a terminar... y además disfrutando!! sobre todo en las subidas.
Arriba avituallamiento, nos juntamos, comemos algo y esperamos a Juanjo que viene andando la última parte. Iniciamos la bajada todos juntos y a los 2 km pinchazo de Guilla, paramos junto a dos camiones de bomberos franceses que nos prestan esparadrapo para poner entre la llanta y la cámara, porque el pinchazo fue porque la cinta estaba mal. Acabamos la bajada y en seguida empieza la subida del temido Portalet, 25 km de subida con porcentajes crecientes (aunque siempre bajos). Al empezar la subida se quedan atrás Jorgito, Guilla y Juanjo y por delante van Jose, Miguel y Pablo. Yo subo bastante alegre porque los porcentajes son pequeños y empiezo a pasar a gente que va muy despacio. Pasados unos 5 km decido bajar un poco el ritmo porque me parece que me estoy pasando y queda mucho y me coge Jorgito que dice que Guilla y Juanjo van jodidos y que probablemente se retiren. Él va bastante bien y, después de un rato conmigo tira hacia delante. Al rato cojo a Pablo que ha tenido que pararse porque tiene problemas con el cambio trasero, pero enseguida se para a volver a tocarlo y yo sigo para arriba pensando que enseguida me cogerá. Al rato me pasa el bus escoba en el que van Guilla y Juanjo que ya se han retirado. En el avituallamiento de la presa me encuentro con que Pablo también se retira y Jose, Miguel y Jorgito ya han salido, así que me toca hacer los 50 km que faltan sólo, pero ya tengo claro que voy a acabar, el único problema que tengo en la cabeza es si llegaré a tiempo de que me dejen subir la Hoz de Jaca (a las 6 cierran) y según mis cuentas voy a llegar justito. Sigo subiendo, disfrutando de la subida, pasando gente (que luego me pasaría en la bajada) y ya por fin llego a la cumbre completamente pletórico, aunque ya no queda nadie para animar, eran casi las 5 de la tarde. Breve parada en el avituallamiento de Formigal y para abajo con cierta prisa porque no se cuanto tengo hasta el desvio de la Hoz de Jaca. Por fin llego al desvio a las 5 y media (me ha sobrado media hora) y subo a buen ritmo (adelantando otra vez casi a los mismos que adelanté en el Portalet) y cuando llego arriba casi me pongo a llorar, lo había conseguido!!! Lo que en ese momento no sabía era lo que me esperaba hasta la llegada, después de bajar fueron 25 km de calvario hasta llegar a Sabiñanigo en los que fui incapaz de coger el ritmo y seguir a ninguno de los que había adelantado subiendo y me los hice sólo y sufriendo bastante.
Y, por fin, la llegada, al pasar por el arco oigo los gritos de Javi que, 4 horas después de llegar él, estaba ahí para animarme en la llegada, para llevarme la bici al aparcamiento, y para guiarme hasta donde estaban los demás comiendo, porque yo llegaba completamente exhausto. Nunca pensé que lo que más me iba a costar eran esos 25 km favorables antes de llegar.
Para los que les va lo de las cifras fueron 11 horas 4 minutos, de los cuales 10 horas justas fueron de pedaleo (media según mi gps de 20.0 km/h) y 1 hora y 4 minutos de paradas.

martes, 8 de mayo de 2012

Brevet no oficial, 200 kms con puertos, o la Solidaridad

El Pakefte sale todos los sábados, aunque algunos sábados caen en domingo, y también hay kilómetros negros y de otros colores. No todas las salidas se registran para la historia a través de este blog, de hecho la mayoría no se registran, pero hay ocasiones que merece la pena registrar, y el pasado domingo fue una de ellas. 

Aunque los rigores del invierno debieran haber dejado paso a una primavera suave hace tiempo, también es verdad que en los últimos años la primavera se está acortando hasta la mínima expresión. Tanto es así que este año el invierno se ha extendido hasta la primera semana de mayo, y nos dejó un fin de semana frío, quizá el último del año o quizá no. El caso es que, hablando de kilómetros negros, los del sábado pasado fueron más blancos que nunca, ya que todavía pudimos tocar nieve en las cunetas de algún puerto, fuimos invadidos por una blanca niebla en Navacerrada, y hasta una blanca granizada se unió a la ruta en sus postrimerías, si bien de esta pude librarme al abrigo de un puente a la altura de la M-40. Al menos estas monstruosas megaconstrucciones para coches a veces pueden servir como parapeto al frágil ciclista.

El caso es que el blanco es el color de la solidaridad y muchas cosas más (según esta web: http://martamiraalrededor.lacoctelera.net/post/2009/07/28/los-lazos-colores-y-sus-significados) y nunca pudo aplicarse mejor que el pasado fin de semana.



La semana próxima voy a realizar un reto personal relacionado con la solidaridad (Proyecto Covadonga), ya que voy a participar en la clásica ciclista Lagos de Covadonga, y en los dos días posteriores regresaré a Madrid en bicicleta. Serán 600 kms en total como excursión personal en solitario, que aprovecharé para recaudar fondos en ayuda de la investigación sobre distrofias musculares y otras enfermedades raras, a través de la Fundación Isabel Gemio (ver enlace http://ciclocubin.blogspot.com). Quienes me apoyan están "comprando" kilómetros en la web http://www.migranodearena.org/jose-antoniojimenez1. De esta manera me sentiré arropado durante mi expedición.

Yo necesitaba entrenar para este reto, y propuse a mis compañeros del Pakefte hacer una ruta por el norte de Madrid, con puertos (http://bikeroutetoaster.com/Course.aspx?course=389203). Una ruta tan larga y tan dura a estas alturas de la temporada no es poca cosa. Muchos no pudieron apuntarse al reto, y los que lo hicieron, aceptaron de buena gana acompañarme durante una gran parte de la ruta. La solidaridad cobraba una dimensión extraordinaria, por una parte la del Proyecto Covadonga, y por otra la de mis propios compañeros con mi iniciativa.

Así pues, los "kilómetros blancos solidarios" del pasado domingo tuvieron más sentido que nunca.

Nada más salir de casa me reuní con Nicolás. Nos dirigimos a Locademia, donde nos encontramos con Pablo y Marcin. En Colmenar el pelotón engrosó con dos unidades más, Luis y Miguel, y enfilamos el camino hacia Navacerrada. 


La subida a Navacerrada fue tranquila, dejándonos adelantar por muchos grupos de pseudo-pros. El frío y la niebla se apoderaron del ambiente en la cima de Navacerrada, punto en el que nos quedamos solos Pablo, Miguel y yo. Los demás no tenían permisos oficiales para continuar la ruta, así que nos lanzamos a un frío y durísimo descenso deseando que el sol apareciera entre las nubes, cosa que no sucedería hasta muchos kilómetros más tarde. En cuanto abandonamos la carretera principal en dirección a Torrecaballeros decidimos parar a tomar algo. El lugar elegido fue Trescasas, donde tomamos un pincho de tortilla de aspecto mediocre, demasiado hecho, aunque mejor sabor que aspecto. El hambre y el frío estuvieron a punto de hacerme caer en la euforia cuando lo estaba comiendo, hasta el punto de valorarlo con dos piñones, pero mis compañeros me pusieron en la realidad y el consenso final fue de un piñón y medio. Un día hablaremos de la subjetividad de los criterios en función de la temperatura y otras circunstancias de la ruta.

En los toboganes segovianos rodamos en fila india, con poca conversación, en medio de un olor a asado dominguero que invitaba a caer en la tentación, pero teníamos una empresa de mayor importancia ante nosotros, y nuestras carteras tampoco andaban rebosantes de cuartos, todo sea dicho, así que pasamos dignamente por los pueblos, sin detenernos en ninguno de esos tugurios donde se daban cita los todoterrenos madrileños, y nos dirigimos a Navafría, donde llegamos en condiciones dignas.

El puerto de Navafría es largo, pero constatamos que la cara norte es mucho más llevadera que la opuesta. Esperábamos encontrar una fuente, pero pasamos por el pueblo sin verla, y comenzamos la subida. Después de un par de rectas, la carretera se torna sinuosa y se sumerge en un bosque de pinares silenciosos, donde pudimos hablar mucho de la vida, del trabajo y de otras materias siempre interesantes e instructivas. Charla que te charla, llegamos a la esperada fuente a media subida, donde hicimos una reparadora pausa y continuamos la marcha. La nieve se acumulaba en la cuneta, más cuanto más arriba. El paisaje, indescriptible.

En el puerto de Navafría habíamos realizado la parte más dura de la ruta. Sólo nos quedaba el puerto de Canencia. Me sentía pletórico en el descenso de Navafría, con un horizonte espectacular, donde se mezclaban los pastos verdes, ya crecidos, con el colorido de las flores abriéndose paso a pesar del frío y las cumbres de la Cuerda Larga al fondo, todavía con una buena capa de nieve envuelta en nubes fisuradas por los rayos del sol.

El bocata de tortilla en Lozoya, a la hora de la sobremesa, resultó defraudador. Recalentado y aceitoso. No más de un piñón. Pero al menos tenía el estómago lleno e iba bien de fuerzas. Los toboganes de Lozoya pasaron sin pena ni gloria y enfilamos la subida a Canencia, última dificultad del día, con las fuerzas bastante enteras.

La subida al puerto de Canencia es muy engañosa, con muchos kilómetros excesivamente suaves junto al arroyo del mismo nombre, para terminar con tres kilómetros de gran porcentaje, que tras un par de curvas de herradura concluyen en una zona recreativa. Apenas a dos kilómetros de la cima nos encontramos a dos mujeres paseando cuesta abajo que nos preguntan "¿Dónde está el puerto?". "¿Cómo, el puerto de Canencia? Pues... en dirección contraria, como es lógico. A los puertos se sube, no se baja!!". Habían dejado el coche arriba para dar un paseo por los senderos de Mojonavalle, y sin darse cuenta habían terminado en la carretera, con tal despiste que la tomaron cuesta abajo. Menos mal que nos encontraron.

Descenso rápido hasta Colmenar, punto en el que dieron fin a la ruta mis dos acompañantes. Yo seguí pedaleando hasta Madrid (con un paréntesis de cinco minutos bajo el citado puente de la M-40 mientras una caía una intensa pero corta granizada) y finalicé mi reto con éxito, muchas horas después de haberlo comenzado.

Los datos numéricos: 212 kms en casi 10 horas, a 21,3 km/h de velocidad media. Puede verse aquí: http://www.endomondo.com/workouts/53490361

Fue un día extraordinario, en el que me sentí muy apoyado por mis compañeros. ¡Muchas gracias a todos por vuestra compañía durante la ruta!

Todas las fotos en este enlace: