Pues llegó el día 31 y con él el
momento de salir de Madrid hacia Lerma para enfrentarnos, muchos por
primera vez, a la distancia que los randonneurs experimentados dicen
que es la más dura en esto de los Brevets, 400km que se hacen sin
dormir.
Este 400 que organiza el
CDC Lerma, se
hace en la modalidad noche-día, es decir, se comienza rodando toda
una noche y se acaba, en principio, con luz solar aunque, como
salimos a las once había margen para terminar hasta las dos de la
mañana del domingo.
Afortunadamente a esta expedición nos
habíamos apuntado ocho pakeftes o simpatizantes:
Agus, Jesús O., David, Scott, Marcin
(que lo hacía sin papeles), Raúl (Un amigo de David), Nicolás (que
ha coincidido con nosotros en más brevets) y yo.
Habíamos quedado en reunirnos en Lerma
hacia las ocho y media para tener margen para cenar, preparar las
cosas, hablar con la organización, diseñar estrategias... y como
somos prudentes allí estábamos las tres furgonetas alrededor de las
ocho. Cenamos, unos los tuppers que habíamos llevado, mientras el
sol se iba poniendo y otros algo que compraron en la cafetería del
hotel del que salíamos y pasamos las dos horas siguientes entre
cambiarnos de ropa y comprobar las bicis y los accesorios que
habíamos instalado haciendo tiempo para esperar a que llegasen los
organizadores. Yo aproveché además para tomar un café con leche y
un sobao, cafeína y energía, que falta me iban a hacer.
A eso de las diez y media hicimos la
inscripción, nos dieron la hoja de ruta y los carnets para ir
sellando, las últimas indicaciones, un número de teléfono por si
teníamos alguna incidencia y nos comunicaron que al llegar
tendríamos un bocadillo y una bebida y ducha a cargo de la
organización, un detallazo que se agradece enormemente.
Poco antes de las once nos reunieron a
todos, nos hicieron un repaso del recorrido recordándonos que a
partir de Castrojeriz había que ir siguiendo las indicaciones de
Camino de Santiago y nos soltaron, el 400, el primero para todos los
de nuestro grupo, excepto Agus, había comenzado.
Al principio salimos rodando en un
grupo grande y a buen ritmo, la verdad es que el pelotón de bicis
con sus luces, a oscuras, con el cielo cuajado de estrellas... es un
espectáculo impresionante y sobrecogedor. Afortunadamente el viento
que había venido soplando bastante fuerte toda la tarde había
parado casi del todo por la noche y no dificultaba la marcha pero a
pesar de eso hacía frío, mucho frío. Salimos en torno a 5º y a lo
largo de la noche llegamos a estar por debajo de 1º.
Yo, en previsión del frío que iba a
hacer, aunque los pronósticos que había consultado no daban menos
de 5º en ningún momento, decidí optar por una solución a base de
capas y salí con una camiseta térmica de manga larga, maillot del
Pakefte, maillot de manga larga, cortavientos fino y chaleco, braga
para cuello y orejas, culote corto, perneras y cubrebotas para poner
en las zapatillas de verano. Gracias a esto tuve momentos de fresco
serio pero no llegué a tener frío de verdad en toda la noche.
Los primeros kilómetros, hasta Santa
María del Camino nos acompañó el coche de la organización que
anticipaba cada cruce dándonos indicaciones que nos vinieron muy
bien, yo estaba probando la configuración del gps en la que pita y
se enciende 15 segundos cada vez que viene un giro pero aún así me
pareció muy de agradecer.
En estos primeros toboganes en los que
el pelotón se fue estirando perdimos a Raúl. Cada poco alguno
gritaba ¿Estamos todos? e íbamos confirmando quienes estábamos
para no dejar a nadie atrás pero de pronto, en una, Raúl no estaba.
Aflojamos un poco para que nos alcanzase pero, visto que no venía
David se dio la vuelta para ver si le encontraba. Al rato nos
adelantó el coche de la organización preguntando si había algún
Raúl entre nosotros lo que nos hizo sospechar que no estaba detrás,
que se había ido con el grupo delantero así que en un cruce amplio
paramos para hacer un pis y esperar a David y Scott que estaban por
detrás. Así lo hicimos y en muy poco tiempo rodábamos juntos de
nuevo los siete que estábamos controlados. Con buena conversación y
adelantando y siendo adelantados por un grupo de cuatro bilbainos,
dos de ellos en tándem con los que coincidimos bastante en los
primeros 100 km de recorrido.
Pasado Castrojeriz encontramos a un
ciclista en parada técnica en el arcén y resultó ser Raúl, que se
había descolgado del grupo en el que iba al ver que ese no era su
ritmo y caer en la cuenta de que tampoco debía ser el nuestro porque
no estábamos, como él creía, metidos en ese pelotón Ya reunidos
los ocho continuamos pedaleando en la oscuridad.
Decidimos hacer una parada breve en
Frómista para comer algo y nos encontramos con la sorpresa de que
había una máquina de refrescos lo que nos permitió a algunos
comprar una Coca-Cola y meter algo de cafeína en el cuerpo para
hacer más llevadera la noche en vela. Comimos algo y vuelta a
pedalear.
En Carrión de los Condes seguimos la
indicación de los organizadores de dejar lo del sello para la vuelta
porque estaba todo cerrado y, después de perdernos un poco entre
gepeeses y señales continuamos con intención de hacer la siguiente
parada en Sahagún, lo que supondría ir haciendo paradas cada 70 km,
bastante razonable. A medida que avanzábamos hacia ese objetivo el
frío se iba haciendo más intenso y algunos comenzaban a tener
síntomas de sueño así que nos entretuvimos con la idea de que la
estación de tren iba a tener una cafetería abierta en la que íbamos
a poder entrar en calor y tomar algo templado. Nada de nada,
encontramos todo cerrado y, eso sí, unos bancos y mesas en la
estación en los que improvisamos un pequeño picnic para comer algo
consistente de lo que llevábamos y continuar hacia León. En esta
parada uno de los integrantes del equipo empezó a tener problemas
gastrointestinales que, afortunadamente, debían responder sólo al
frío porque igual que vinieron se fueron pero nos tuvieron
preocupados unas horas. Mientras nos alimentábamos y nos
congelábamos al mismo ritmo empezó a clarear tímidamente y en un
rato corto nos pusimos en marcha hacia León, en este tramo fue donde
más frío pasamos con diferencia y donde algunos tuvimos que
negociar con nuestros cuerpos para convencerles de que no tenían
sueño así que, aunque la idea original era tirar hasta León pronto
decidimos que en la primera gasolinera o bar que viésemos parábamos
a tomar algo caliente. En este tramo nos estiramos un poco, algunos
llevábamos un ritmo más vivo y otros iban reservando algo más pero
en Matallana, en una gasolinera, paramos y nos reagrupamos, no había
nada caliente pero sí calefacción así que por lo meno pudimos
entrar en calor. Yo me tomé medio litro de Coca-Cola y dos donuts de
chocolate. Es curioso lo que me apetece la comida basura en estas
pruebas, seguí la máxima de “si te apetece, cómetelo”.
A partir de ahí acordamos llevar un
ritmo conservador e ir tranquilos hasta León y, gracias a las
conversaciones y a empezar a ver a los primeros peregrinos y
desearles “Buen Camino” ese tramo se me pasó en poco rato. En
este trecho nos cruzamos con varios grupos que ya estaban de vuelta,
calculamos que nos sacaban 16km y una parada. A León llegamos a las
9:15 o así, lo que es un ritmo bastante bueno para un 200 nocturno
pero encontrar dónde sellar, al final en un taller de neumáticos de
coche y dónde desayunar nos llevó un rato. Desayunamos en el bar
río Cares donde tomé un bocadillo de tortilla de cuatro piñones,
media palmera y un café con leche que me insuflaron bastante vida.
Aprovechamos para quitarnos o cambiarnos ropa porque el sol ya
empezaba a calentar algo. Yo me quité las perneras que ya no volví
a utilizar en el resto de la ruta, y el cortavientos y el chaleco.
La parada fue algo más larga de lo
debido pero probablemente lo necesitábamos y en este Brevet, como no
hay que dormir, tampoco hay tanta presión de tiempo. A partir del
600 habrá que estar más pendiente de este detalle pero aquí me
alegro de haber descansado algo más de una hora.
A partir de aquí uno juega con la
ventaja psicológica de ir descontando kilómetros, ya quedan los
doscientos y pico de vuelta y cada vez menos. Decidimos volver a
parar en Matallana lo que, visto ahora y para mi, creo que fue un
error, nos vino bien para quitarnos algo más de ropa y darnos crema
pero el tramo desde Matallana hasta Carrión de los Condes, ya que
decidimos circunvalar y no parar en Sahagún, se me hizo larguísimo,
aquí sufrí la crisis de sueño que me había anunciado Josu y tuve
que parar en una sombra a cerrar los ojos un par de minutos.
Afortunadamente David y Nicolás venían por detrás y los tres
llegamos juntos y conversando hasta Carrión de los Condes donde,
después de unas vueltas y una llamada, encontramos a los demás y
paramos a comer. Yo compré una lata de Aquarius y una Coca-Cola y me
comí un tupper de la ensalada de arroz que llevaba preparada y un
plátano. Después escuché a mi cuerpo y le concedí la tableta de
chocolate negro que me estaba pidiendo. Después de esto, uno tras
otro, fuimos cayendo y nos dormimos una mini-siesta de unos 10-15
min. que a mi personalmente me vino de lujo, con algo de pereza nos
empezamos a preparar para volver a rodar sabiendo que ya nos quedaban
menos de 100km y salimos con una sensación de “esto está hecho”
que se nos pasó rápidamente en cuanto comprobamos que se había
levantado viento y que, lejos de ser lateral con componente trasera
como estaba previsto era más bien frontal con una componente lateral
en el primer tramo que íbamos a afrontar y decididamente frontal
entre Frómista y Castrojeriz intentamos organizar unos relevos por
parejas y la cosa no salió muy allá, a mi me parecieron más
peligrosos que beneficiosos y así comenzamos a avanzar penosamente a
unos 18 km/h.
Para que os hagáis idea del viento que
soplaba, me paré a hacerme una foto en el cartel de Villacázar de
Sirga para mandársela a mi suegra que desciende de allí y me costó
llegar al grupo más de tres kilómetros, además el freno delantero
empezó a chillar como un cerdo en la matanza sin explicación
aparente, seguimos tratando de hacer relevos hasta Frómista y
procuré frenar sólo con el trasero, no estaba muy preocupado porque
llevaba pastillas de repuesto y podía cambiarlas en un momento si
hacía falta. En Frómista hicimos una parada muy corta para coger
agua y aproveché, ayudado por David, para desmontar la rueda
delantera , ver que las pastillas no parecían tener ningún
problema, las froté un poco, volví a montar la rueda y el ruido,
tan misteriosamente como había venido desapareció. Supongo que
habría alguna piedrecita o rebaba que rozaba y la quité con el
dedo.
A partir de aquí empezó mi infierno
personal, más de 20 km con un viento fuerte en contra y un asfalto
rugoso y deteriorado, sin decir nada renunciamos a los relevos
organizados y nos íbamos poniendo delante cuando buenamente teníamos
ganas. El que más ganas tenía o el más generoso sin duda fue Jesús
que tuvo un comportamiento de enmarcar, aguantó prácticamente todo
el tramo en cabeza sin una queja manteniendo un ritmo tranquilo que
todos o casi todos pudiésemos seguir aunque Marcin se descolgó un
poco. Yo comencé a tener pensamientos negativos de los de “qué
coño hago aquí”, “esto no tiene sentido”... empecé a
considerar la posibilidad de pedir un taxi en Castrojeriz e ir a por
la furgo para recoger a quien quisiese, a pensar lo relajado que iba
a estar si abandonaba la idea de la MGM, creo que lo del taxi llegué
a decírselo a alguien incluso. Continué viendo cómo caía la
velocidad, los km lo avanzaban... hasta que vi en el GPS que en dos
km la carretera giraba y me convencí de que a partir de ahí el
viento nos iba a ayudar y a punto de tirar la bici y sentarme en el
arcén lo que hice fue saltar del grupo y hacer los dos últimos km
de infierno apretando, estaba harto, quería acabar cuanto antes y
sabía que podía aguantar esos dos km, necesitaba romper el ritmo
cansino que estábamos llevando. Luego pedí disculpas al resto del
grupo porque eso no se hace, pero la verdad es que necesitaba
activarme de alguna manera. Al llegar al cruce donde cambiaba la
dirección nos paramos a esperar a Marcin que lo debía estar pasando
fatal, solo con ese ventarrón, le llamamos y nos dijo que estaba a 2
km. Jesús y Agus prefirieron seguir a un ritmo tranquilo para que
les alcanzásemos luego. Comprobamos que el viento no nos ayudaba
pero era lateral y molestaba menos que de frente, además el cambio
de asfalto fue una gozada y al llegar a Castrojeriz encontramos a
los que se habían adelantado que llevaban un rato esperándonos.
Allí la mayoría decidimos hacer una última parada y comer sabiendo
que nos quedaban dos o tres buenos repechos y un buen número de
toboganes y sólo 50 km. Y Agus y Jesús decidieron continuar con
idea de que les alcanzásemos luego.
Me tomé otra Coca-Cola y un arroz con
leche que me sentaron estupendamente y en un ratillo salimos de nuevo
empezando con el primer repecho de los que nos quedaban que subimos a
un ritmo tranquilo y charlando, así pasamos el segundo convencidos
de que al llegar arriba y dejar de estar resguardados el viento iba a
empezar a castigarnos de nuevo pero no sólo no nos fastidió, estuvo
unos kilómetros soplando a favor, no se si fue porque el sol iba
cayendo, por la configuraciín del terreno, por una intervención de
Odín que había puesto a prueba nuestra fe como sugirió Marcin...
pero así fue y aquí me entró una especie de pseudoeuforia que me
hizo subir algunas rampitas dándolo todo. He observado que es algo
que me pasa al fina de los Brevets, me vengo arriba y aprieto en
algunas rampas lo que me sirve para comprobar que he regulado bien y
para activar un poco el cuerpo que está adormecido pero en esta
ocasión creo que lo hice demasiado pronto porque cuando ya veíamos
a Agus y Jesús en la siguiente subida tuve que parar porque empezaba
a sentir frío, hambre y sueño. Lo primero lo explicaba la bajada de
temperatura pero lo otro sólo podía ser el aviso de una pájara así
que paré a abrigarme y a tomar un gel que me salvó la vida. En
estos últimos 8 o 10 km nos juntamos Marcin, David y yo y
compartimos el honor de llegar los últimos, un cuarto de hora por
detrás del resto. Veintidós horas y cuarenta y cinco minutos
después de haber salido.
Al llegar disfrutamos del bocata y la
ducha, gentileza del CDC Lerma y nos fuimos yendo.
La vuelta en nuestro caso fue bastante
emocionante, por un lado teníamos que repostar y descubrimos que la
gran mayoría de las gasolineras que hay en la Carretera de Burgos
entre Lerma y Madrid cierra por la noche y por otro lado nos asaltó
un ataque de sueño a los dos que nos obligaba a parar cuanto antes.
Afortunadamente, un poco antes de Somosierra, apareció un área de
servicio con gasolinera abierta donde pudimos resolver los dos
problemas. El chico de la gasolinera nos dijo quie el día anterior
le habían llegado 4 coches en grúa por quedarse sin combustible,
nos salvamos por los pelos. Dormimos un par de horas y llegamos a
casa, sanos y salvos a eso de las tres.
Nada más que añadir excepto que, como
siempre, ha sido una gozada rodar con los compañeros del Pakefte y
que cada día me gusta más esta modalidad de ciclismo en la que pesa
más la resistencia, la solidaridad y el compañerismo que la
velocidad y las exhibiciones. Gracias a todos los compañeros de
ruta, sin vosotros no sólo habría sido distinto, habría sido
imposible.
Y un comentario, esta ha sido la prueba
de fuego para la rueda que me montaron los amigos de
Fixidixi
y la ha superado con creces. La
iluminación ha sido más que suficiente y el rodar suave como el de
la rueda normal que uso habitualmente. Para los curiosos se trata de
un buje
Shutter Precission PV8 montado a tres cruces ebn una llanta
Mavic open-pro de 36 agujeros alimentando un foco
B+M LUMOTEC IQ CyoN plus. La recomiendo a falta de ver cómo se comporta al pasar el
tiempo y qué mantenimiento tiene y desde luego recomiendo la tienda,
saben lo que venden, lo montan bien y se preocupan de ver qué tal
está funcionando.
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