viernes, 25 de agosto de 2017

Mi Crónica de la LEL 2017 (por Jaime Otero)

El primer día rodamos rápido, medias de 24, 26 y 23 en los tres tramos, con viento a favor y muy concentrados (al menos yo) de no perder rueda en ningún momento.
El segundo tramo rodamos con unos vascos que hicieron que voláramos en ese tramo. Luego en el control de Spalding creo que salimos antes, aunque les vimos en algún control más.
Así que, aunque Javi nos dió más tiempo en los controles que los otros días ;-), creo que llegamos a Louth dentro del horario previsto (o muy cerca). En Louth fue en el único control donde hubo problemas de comida, yo tuve suerte porque conseguí cenar y desayunar, pero Antonio se quedó sin comida en la cena y en el desayuno (la única diferencia es que yo llegué las dos veces 5 minutos antes). Le dijeron que estaban preparando más, pero tardaría unos veinte minutos, que es demasiado tiempo para esperar. Aunque parezca que 20 minutos no son nada, teníamos el tiempo tan medido que no podíamos perder ni un minuto.
Esta primera noche yo no dormí nada, a pesar de estar acostado unas 3 horas, creo que los nervios y un par de barritas que me comí antes de acostarme no me dejaron. Pero no me afectó mucho al día siguiente, no pasé mucho sueño.

El segundo día también empezó bien, aunque no tan rápido como el primero, rodábamos bien, en grupo, parando poco en los controles y cumpliendo horarios. En Thirsk (o fue en Barnard Castle), Juan decidió salir por delante, porque la noche anterior había dormido mal y quería llegar pronto a Brampton para que le diera tiempo a dormir bien. Pero se nos unió Andrey (creo que en Barnard Castle), que después del abandono de Andrés y Susana no tenía compañía. Así que seguíamos siendo 6.
Después de Barnard Castle venía el único puerto de la LEL, el Yad Moss, puerto largo pero muy tendido que parece que a los ingleses se les atraganta pero que a nosotros no nos pareció duro.
Pero antes de subir el puerto, en una bajada por una carretera infame (como muchas de las que recorrimos) la rueda delantera de mi bici empezó a vibrar y a moverse. Conseguí frenar en mitad de la bajada y, gracias a los consejos de David, descubrimos que el tornillo de la potencia estaba flojo, así que lo apretamos y a seguir. Con esto el problema disminuyó, pero no desapareció, en las bajadas seguía vibrando la rueda delantera. Total, que subimos el puerto a buen ritmo, y yo lo tuve que bajar a unos 8 km/h porque a más velocidad empezaba a vibrar. Antonio y Javi bajaron conmigo (creo que la bajada más larga de su vida ;-) y el resto, debido a un malentendido, fueron por delante. Creo que bajamos más despacio de lo que subimos, pero yo estaba bastante asustado con lo que se movía la rueda delantera.
Al final de la bajada estaba el pueblo de Alston, donde Antonio recordó que había un pequeño control, no había que sellar, pero tenían comida y cama. Así que decidimos quedarnos a dormir allí, a ver si nos podían arreglar la bici. En ese control no había mecánico, y un voluntario lo que hizo fue soltar la potencia y volverla a apretar, con lo que dejó de poderse girar el manillar sin girar la rueda. Cenamos y dormimos bastante bien, unas 3 horas creo, y a las 4 y media (hora de salida habitual), salíamos para Brampton donde nuestros compañeros no habían tenido tanta suerte porque no tuvieron cama para dormir.

Comenzaba el tercer día y los problemas con la bici no se habían solucionado, así que en Brampton (siguiente control) dejamos la bici a los mecánicos mientras desayunábamos y nos duchábamos y cambiábamos de ropa (teníamos aquí la bolsa). No tenemos claro lo que hicieron porque cuando fuimos a buscarla estaban otros y simplemente nos dijeron que ya estaba revisada, pero cuando la deje parecía que no les gustaba el giro de la dinamo de buje y creo que la iban a revisar. Pero no se si, además, le hicieron algo a la potencia, El caso es que la bici a partir de ahí fue mucho mejor, hasta 40 por hora no vibraba, así que con no correr demasiado en las bajadas, sobre todo si el firme era malo, pude seguir.
En Brampton nos juntamos otra vez con Agus, David y Andrey y rodábamos los seis camino de Edimburgo. Y aquí llegó la parte triste del viaje, entrando en Edimburgo, a la entrada de un carril bici, Andrey se comió un bolardo y cayó haciéndose bastante daño en un hombro. Además perdió el conocimiento durante unos instantes con lo que nos asustamos todos bastante. Con la ayuda de una vecina llamamos a una ambulancia y estuvimos más de una hora esperando hasta que, viendo que la cosa además no era tan grave, decidimos que se quedaba sólo Javi con Andrey y los demás continuábamos ruta. La llegada al control de Edimburgo fue rara, en principio iba a ser un momento de alegría, llevábamos la mitad de la ruta, pero después del accidente estábamos todos tristes y un poco enfadados por la mala suerte de Andrey, al que le estaba esperando un amigo en el control de Edimburgo.
Salimos de Edimburgo con bastante retraso, porque David tuvo que hacer bastantes gestiones con la organización relacionadas con el accidente, así que acumulábamos ya un retraso importante.
El siguiente control era en Innerleithen, después de una etapa con unos paisajes impresionantes, montañas y valles de ensueño, aunque a Javi lo le gusten por la falta de árboles ;-). En Innerleithen decidimos dormir, cuando estábamos cenando se nos unió Javi, que había esperado a la ambulancia (que tardó un par de horas) y tuvimos una reunión de replanteamiento de la situación porque íbamos con casi 110 km de retraso sobre lo previsto. Javi confiaba en que podíamos llegar en tiempo pero había que llevar un buen ritmo, así que quedamos que quien no pudiese aguantar el ritmo tendría que quedarse para que el resto pudiesen llegar.

Salimos el cuarto día con fuerzas renovadas, al menos yo, dispuestos a pedalear por el bonito paisaje escocés, esta vez rodeados de bosques y por unas carreteras con un firme mucho mejor que las inglesas. Las dos primeras etapas nos dio hasta para mantener conversaciones muy interesantes en grupo, que otras veces era difícil tener. Llegamos a Brampton y nos duchamos y cambiamos de ropa, que siempre se agradece. Después de Brampton había que volver a subir el puerto, por el otro lado y con viento en contra. Al empezar la subida tuve un momento de crisis mental que Antonio solventó diciéndome “comete una barrita”, le dije que me acababa de comer una y me soltó “pues a ver si te hace efecto ya” con lo que se acabó la conversación y la crisis, había que seguir pedaleando. Esta vez la subida se nos estaba haciendo bastante dura, pero Javi habló con una pareja de americanos en un tandem y, según nos adelantaban nos pegamos a su rueda y nos hicieron volar durante unos kilómetros, hasta que vino una pequeña bajada y los perdimos. Entonces Javi volvió a coger la cabeza (que ya no dejaría hasta Thirsk) y yo terminé la subida sin despegarme de su rueda. La bajada fue un fiasco total, el viento hizo que no dejáramos de dar pedales en ningún momento hasta llegar a Barnard Castle.
Aunque yo ya lo había hecho durante muchos ratos en la ruta, este cuarto día tenía claro que si quería seguir con el grupo no podía dejar la rueda de Javi en ningún momento. El desgaste con el viento en contra era muy grande y yo no iba sobrado de fuerzas. Y eso hice, me mantuve todo el día pegado a su rueda hasta llegar a Thirsk. Javi llevaba un ritmo bastante regular que a mi me va bien, aunque para los que venían detrás, sobre todo para Antonio, resultó demasiado fuerte.
Entre Barnard Castle y Thirsk, para mi, fue el momento crucial de la LEL. El viento en contra era bastante fuerte y Javi se pusó delante marcando el ritmo que necesitábamos para llegar en tiempo. Yo iba justo detrás suyo, sin despegarme ni un centímetro y lo aguanté bien, aunque más o menos a la mitad de la etapa empece a notar un dolor en el tendón de aquiles de la pierna izquierda que no me impedía pedalear pero que iba aumentando poco a poco. A unos veinte kilómetros de Thirsk yo ya tenía claro que me iba a retirar porque el dolor del tendón iba en aumento y parecía algo serio. Pero no quise aflojar el ritmo porque si me quedaba sólo con ese viento podía tardar horas en llegar a Thirsk, así que me mantuve a la rueda de Javi hasta el control. Creo que a unos 6 kilómetros del control Antonio y Agus perdieron contacto con el grupo, Antonio no podía seguir el ritmo y llegó a Thirsk muerto, con lo que decidió retirarse también.
En esta etapa hubo ratos que llevábamos detrás un grupo de hasta veinte que se iban uniendo. Hubo alguno que incluso nos dio las gracias efusívamente al llegar a Thirsk por llevarle a ese ritmo.
En Thirsk estaban Gloria y sus hijas esperándonos, aunque sobre todo a Agus para cantarle el cumpleaños feliz (Nosotros ya se lo habíamos cantado en el comedor de Barnard Castle). Gloria me llevó donde la atención médica en la que una voluntaria me puso una cinta azul en la zona del tendón, me dio ibuprofenos, me dijo que me los tomara cada seis horas y que tirara. Pero yo decidí retirarme. La duda que me asalta desde entonces es si hice bien o no, creo que seguir podría haber conllevado el agravamiento de la lesión del tendón, tengo una pequeña tendinitis que me estoy tratando con fisioterapia. Pero, por otra parte, yo me encontraba bien, había visto que podía aguantar el ritmo de Javi, lo que no sabía era hasta cuando. No fue una decisión fácil, pero es la que tomé en ese momento, y creo que no me equivoqué.
Así que ahí acababa mi LEL, más de 1000 kilómetros recorridos, 1020,7 según Strava, y me iba muy contento y muy feliz por la experiencia y por todo lo que había vivido durante esos intensísimos cuatro días.
Tuvimos una conversación muy emotiva cuando Antonio y yo les dijimos que nos retirábamos, pudimos notar la impotencia de Javi porque el plan de llegar todos juntos a Loughton, por el que llevaba cuatro días peleando, no se iba a cumplir.

Javi acabó cogiendo a Juan y llegaron juntos, David también llegó sólo y Agus rompió el desviador trasero cerca del siguiente control a Thirsk y tuvo que abandonar también. Pero eso son otras historias, que tendrán que ser contadas por sus protagonistas.

La planificación de la ruta, para mi, era perfecta. Sólo la cumplimos el primer día, luego mi avería y el accidente no nos dejaron, pero creo que, sin contratiempos, hubieramos podido cumplirla. Ahora bien, al ritmo al que rodábamos, demasiado lento y en buena parte por mi culpa, no podíamos perder ni un minuto si queríamos dormir algo cada noche.

Yo llegué bastante justo de preparación, 3700 kilómetros desde enero, con sólo un 200 oficial, aunque con un par de 300 y varios fines de semana saliendo tres días seguidos. Pero si todo hubiera salido perfecto, sin avería, accidente y lesión, creo que podía haber terminado. Pero en una prueba tan larga todas esas cosas ocurren y hay que contar con ellas. Para la próxima (que será en 2021 si logró convencer a mi manager ;-) quiero ir un poco mejor preparado para poder rodar un poco más rápido.

Sólo me queda agradecer a los compañeros del Pakefte, a los que rodamos juntos, los consejos, el buen rollo, la rueda siempre generosa, … y a los que nos seguisteis desde España, los ánimos, las previsiones meteorológicas, las cuentas de tiempos, ...

Y a mi familia, agradecerles la paciencia y el apoyo durante los meses de preparación, que han sido duros para todos.

Me quedo con lo que hemos vivido durante esos días, la convivencia en el grupo, momentos muy emotivos, conversaciones muy interesantes. Repetiría, sólo por pedalear con vosotros otra vez.


Aupa Pakefte!!!

1 comentario:

  1. Jaime, enhorabuena!! sobretodo por acabar feliz y saber valorar esa experiencia de 4 días! Hay quienes solo valoran los retos conseguidos,lo q me parece un error.
    Yolanda Hdez

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