martes, 10 de marzo de 2015

Las 6 Tetas de Guadalajara - Edición 2015


Dice la tradición que el primer fin de semana de Marzo, al tiempo que la primavera se preestrena con sus almendros en flor, el Pakefte inicia la temporada oficial con la ruta de las Seis Tetas de Guadalajara, un clásico donde los haya. También es tradición que muchos miembros del Pakefte sucumban a la tentación de hacer kilómetros negros en las diferentes convocatorias apócrifas que se celebran en competencia con la ruta oficial. Por este motivo sólo seis aguerridos pakefteros se dieron cita en la estación de Azuqueca, punto de partida de esta edición de la ruta.

Se diría que un número tan redondo debería haber conducido a un democrático reparto de puntos en los diferentes altos, pero el ansia del globero puede más que la generosidad del randonneur; y así es como cada uno de los puertos se convirtió en una encarnizada lucha por alcanzar la gloria. El circuito se recorrió este año en sentido inverso al habitual, empezando por Guadalajara y Lupiana, para seguir en el sentido de las agujas del reloj, lo cual añadió algo de incertidumbre al resultado final, por el desconocimiento de las vertientes contrarias a las que se solían subir en años anteriores. El motivo de este cambio de recorrido no era otro que permitir romper el círculo y escapar por la esquina suroeste, para llegar directamente a Madrid con un pequeño plus de kilómetros. Así convertiríamos esta ruta en una mini-brevet. Además, la parte final de la ruta incluyó un tramo inédito, sustituyendo la subida al Pozo de Guadalajara por la no menos interesante de Pezuela de las Torres. Un buen hallazgo para futuras rutas.




Y así comenzó la etapa a eso de las 9 de la mañana a las afueras de Azuqueca de Henares, con bastante más frío del esperado, aunque sólo durante la primera hora. A medida que el sol se fue levantando, el calor llegó y la ruta se convirtió en un delicioso paseo primaveral, con momentos que llegaron a ser calurosos en la subida a alguno de los puertos.

Ya en la subida al alto del Sotillo, que corresponde con la cara oeste del tradicional alto de Lupiana, se produjo la primera lucha enconada entre los que iban a disputarse el premio de la montaña durante toda la jornada, formándose una escapada en cabeza que pronto se perdió de la vista de los demás. La victoria de Marcin al sprint frustró el tradicional arreón tempranero de Josu, pero la batalla no había hecho más que comenzar. El frío dejó paso a las buenas temperaturas que nos acompañaron el resto del día. En el alto se unió a nosotros Vicente ("Tito"), un amigo de Sebas que sólo quería compartir un tramo de algo más de diez kilómetros de la ruta. Después se desviaría en dirección a su pueblo.


Tras un apacible paseo por la vega se iniciaba la subida al segundo de los escollos montañosos del día, la Cuesta Pinilla, también conocida como Sitio del Rey, o "la Meralla". La tradición dice que esta subida debe ganarla cada año Juan, usando estrategias de dudosa ética. Pronto se formó una tripleta en cabeza, en la que tiraban con fuerza Marcin y Josu. A menos de un kilómetro para la cima, Josu lanzó un fuerte demarraje que le hizo ganar unas decenas de metros. Marcin, que ya tenía un puerto en su haber, hizo gala de aplomo para obligar a trabajar al tercero en discordia. Jose se vio abocado a salir en pos de Josu, para terminar rebasándolo y adjudicarse la cima, dedicando la victoria al ausente Juan, que esperamos nos acompañe en la próxima.

Josu, con dos segundos puestos, no quería resignarse a ser el perdedor de la jornada, por lo que se lanzó a un vertiginoso descenso hacia el valle del Tajuña, colocándose en cabeza con el firme propósito de vencer en el alto de Valfermoso, la subida más esperada de la jornada. Este cronista no puede confirmar ni desmentir la victoria de Josu en sitio tan ilustre, sólo constatar que cuando llegamos al alto ya estaban allí los demás ciclistas, y que en el bar de Valfermoso tampoco tenían tortilla de patatas este año. Nos conformamos con una tortilla francesa con jamon, mientras que otros se apuntaron al bocata de lomo o incluso de chorizo. Se echó en falta un vegetariano que compensara tales excesos.

Se cree que en la subida a Fuentelviejo venció Josu, para desquitarse de aquel placaje de sillín que realizó Juan Merallo cuatro años atrás, y que le privó de la victoria final en el puerto, pero bien podría haber vencido Marcin. Entre ambos quedó el secreto. La bajada nos descubrió un paisaje precioso, en una espectacular perspectiva, muy diferente de la que solemos disfrutar cuando hacemos el recorrido en el sentido clásico. Una breve parada en el pueblo de Renera permitió la escapada de Marcin, que se adjudicó los puntos en el alto de Renera, consiguiendo así la victoria matemática en la jornada, teniendo en cuenta que el último puerto sería neutralizado y sin asignación de puntos, porque el Pakefte se dividió en dos en el cruce de Aranzueque, no sin antes celebrar la despedida del grupo compartiendo unas barras de auténtico y genuino Turrolate de Priego de Córdoba, conocido como la "poción mágica" del Pakefte.

Mientras Marcin se dirigía hacia el Pozo para volver al punto de partida, los cinco supervivientes se arrastraron por un terreno llano hasta Loranca de Tajuña, antes de afrontar la subida a Pezuela de las [Altas] Torres, que bien podría denominarse "el Angliru de la Alcarria" o algo peor.

Un gabinete de crisis junto a la fuente de Pezuela nos hizo rediseñar lo que sería el resto de la jornada, con notables cambios sobre los planes iniciales. Antonio estaba dando serias muestras de agotamiento, por lo que quería dirigirse al transporte público más cercano. Sebas se ofreció a acompañarlo hasta la estación de tren de Alcalá de Henares. Nos despedimos de ellos y los tres despojos ciclistas que seguíamos empeñados en completar los planes iniciales enfilamos camino de Loeches, por una sucesión de lomas y falsos llanos que no esperábamos... ¿Pero no iba a ser terreno favorable hasta Velilla?

Era domingo por la tarde; en Loeches, Valverde de Alcalá y Torres de la Alameda no había ni un solo bar abierto. Por suerte encontramos una tienda de comestibles situada en un lugar pestilente de Torres, donde se daban cita todos los moteros y fumadores del pueblo. También vino un borracho que salió tambaleándose de su coche, camino de aquella tienda infame, al parecer el único sitio abierto en varios kilómetros a la redonda. Josu se pidió un bocata gigante. Para poder manejarlo tuvo que dividirlo en tres grandes trozos. Pepe y Jose no tenían hambre y esperaron pacientemente mientras veían cómo el sol se iba acercando al horizonte, a medida que Josu avanzaba hacia el final de su bocadillo. Preocupados ante la posibilidad de que anocheciera antes de llegar a Rivas, reanudamos la marcha a un ritmo vivo y conseguimos cruzar el Jarama sin demasiados contratiempos, pese a que el tráfico motorizado se iba incrementando y ya resultaba notablemente molesto.

Los tres supervivientes ascendimos lo más dignamente que pudimos la tradicional cuesta del Cristo de Rivas y entramos a Vicálvaro con luz de día. Una jornada un poco dura pero muy satisfactoria por la distancia acumulada y la inmejorable compañía. Recorrimos unos 150 kilómetros con un promedio de algo más de 19 km/h. No podemos precisar más porque el GPS murió a mitad de ruta. Fue una jornada de ciclismo pakeftero auténtico.


Todas las fotos de la jornada en el siguiente álbum:

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